
ÚRSULA CARQUEIJEDA MOLINILLO
19/05/2015
La economía del fraude inocente
La verdad de nuestro tiempo
John Kenneth Galbraith (2004)
John Kenneth Galbraith es el autor y uno de los mayores economistas del siglo XX. Nació el 15 de octubre de 1908 en Ontario (Canadá). También fue diplomático, novelista, cronista periodístico y asesor político de referencia, entre otros cargos. Es el autor de la célebre teoría de los poderes compensatorios. Murió en Massachusetts el año 2006.
Ha escrito numerosos libros, artículos y ensayos. Sus libros fueron de los más vendidos de la segunda mitad del siglo XX. En sus obras incluye elementos del institucionalismo crítico, dando un papel central en las instituciones.
Galbraith no es como los demás economistas norteamericanos ya que su mayor preocupación no es el análisis econométrico o la teoría económica en sí, sino que su estudio y enfoque se centra en el análisis de las consecuencias de la política en la economía y a la inversa. Pretende huir de los tecnicismos propios del resto de economistas y ofrecer, desde una perspectiva accesible los contenidos que su parecer son de conocimiento necesario para la sociedad. Precisamente este libro: La economía del fraude inocente es un ejemplo.
Se trata de un ensayo dividido en doce capítulos, una especie de “testamento intelectual” en el que ofrece una crítica radical de la economía, la política y la moralidad pública de ese momento. Aunque, sin diferencias notables, podría aplicarse a nuestro tiempo.
Se caracteriza por una narración clara e incluso sencilla. Además de un estilo de lenguaje directo que permite describir y explicar los distintos casos y situaciones. No se anda con rodeos y va al grano en los fraudes que pretende desenmascarar, a través de afirmaciones claras, concisas y argumentos precisos.
Galbraith, en cierto modo no explica nada nuevo, incluso cuenta muchas obviedades, acercándose prácticamente a la demagogia. Él mismo reconoce en más de una ocasión que no está siendo original “en realidad no me siento muy original refiriéndome al mito de los dos sectores”.
El autor opta por utilizar tanto la primera persona, como muestra de cercanía con el lector, haciendo también, referencias directas: “quiero recordarle”, “quiero repetirle”, “me despido del lector”, entre otras. Aunque también hace uso, en ocasiones, de la tercera persona, un punto de vista más lejano.
En su relato no se centra exclusivamente en un sector sino que establece un recorrido por el mundo del trabajo, de las corporaciones, de las finanzas e incluso de la propia política. En este sentido, se puede apreciar como el fraude y el engaño se encuentran en diversos sectores del día a día.
En realidad cuando se da un fraude de este tipo, se trata de una situación en la que no se puede culpar a nadie en particular ya que la mayoría de las personas prefiere creer en aquello que le conviene creer, por eso se llama fraude inocente. Por tanto, no es consecuencia del incumplimiento de la ley, sino de las creencias personales y sociales de los que participan.
En mi opinión, realmente sí que en algunos casos hay alguien que es responsable de este engaño, quizá los mismos políticos o entidades privadas movidas por sus propios intereses. Pero por otro lado, nosotros mismos no podemos confiar en todo lo que nos rodea, debemos saber distinguir entre lo real y lo engañoso, y más cuando se trata de aspectos políticos y económicos. Es aquí, entre otras muchas situaciones, donde aparece la importancia de recibir una buena educación y conocimiento tanto financiero como a nivel global.
Establece una crítica de diversos aspectos de nuestra economía actual, empezando por el mismo nombre del sistema, que de “capitalismo” ha pasado a llamarse “sistema de mercado” para ocultar un fraude.
Otro aspecto a destacar es la diferencia entre la concepción que se tenía de la figura del productor y del consumidor respectivamente, en un pasado y en el presente. Anteriormente se identificaba al mercado con la soberanía del consumidor, con su poder para controlar y decidir aquello que se producía, compraba y vendía. Sin embargo, en la actualidad, el poder del productor como controlador está, sin duda, por encima del consumidor. Precisamente mediante la manipulación a través de campañas publicitarias. Estamos destinados a consumir aquello, no que queremos, sino lo que pretenden que queramos las grandes marcas y empresas.
Un recurso estilístico usado por el autor es la comparación. En este sentido, pretende otorgar al consumidor la importancia y el papel que a su parecer le corresponde. Comenta que tal como el voto confiere autoridad al ciudadano, en economía, la curva de la demanda otorga autoridad al consumidor. Puede que en cierta medida tenga razón, pero a mi parecer tanto ciudadanos como consumidores estamos más que condicionados por los de “arriba”, siempre lo hemos estado y así seguimos.
Va desvelando fraudes inocentes como no, en el mundo del trabajo. Es cierto que la palabra trabajo abarca igualmente la labor tanto de aquellos para los que supone una obligación (agotador, aburrido y desagradable) y, al mismo tiempo, para los que supone un placer, la fuente de prestigio y remuneración, disfrutan de ello. Resulta evidente que utilizar el mismo término en ambos casos supone ya un fraude ya que generalmente, en el primer caso, suelen ser trabajadores con salarios más bajos. Mientras que en la segunda opción, suelen ser jefes o directores, que indudablemente reciben grandes compensaciones económicas a final de mes. Aun así, en la actualidad, lamentablemente, el hecho de mantener un puesto de trabajo supone una satisfacción para muchos pese a que la remuneración sea pésima y vergonzosa.
¿Cuántas veces hemos oído hablar o hemos leído sobre la diferencia entre los dos sectores? Probablemente muchas. No obstante, cada vez tiene menor sentido establecerla puesto que se están fusionando en uno sólo, y como no, en el privado. “Que el sector privado adquiere un papel cada vez más dominante en el sector público es un hecho evidente”. Hoy en día, se pretende privatizar muchos de los sectores de la sociedad que son más que imprescindibles. Como por ejemplo, la educación y la sanidad. Este hecho genera malestar entre la población y es motivo de muchas reivindicaciones. Es algo que como ciudadanos nos pertenece.
La crítica al mundo de las finanzas y al sistema corporativo por parte del autor es total. Se puede ir observando a lo largo del libro las continuas referencias que hace a este sector, que sin duda, es el más influyente dentro de la economía. Y a la vez, donde tienen lugar algunos de los mayores fraudes conocidos.
Los problemas económicos y sociales que ha ido describiendo en el ensayo pueden hallar solución mediante el pensamiento y la acción; pero que la guerra continúa siendo el peor de los fracasos humanos. Así piensa Galbraith y lo describe en las últimas páginas. A mi humilde parecer, es necesario trabajar de forma constante para intentar solucionarlos y aunque sea más difícil, luchar por conseguir la paz mundial, aunque sin duda, sea demasiado utópico.
Para acabar, como he podido señalar anteriormente pienso que la economía es una área de conocimiento que nos afecta a todos, y como se ha podido ver, de cerca. Los movimientos del mundo económico son debatidos y decididos por economistas, políticos y mandatarios, mientras la sociedad en general sufrimos sus consecuencias, buenas o malas. Y en muchas ocasiones no hacemos nada al respecto. Ya en el año 2004 lo aceptábamos y once años más tarde seguimos haciéndolo y sin quejarnos. De este modo, recomiendo la lectura de este libro a todos aquellos que realmente estén interesados y quieran abrir los ojos ante el engaño fraudulento y constante que aun a día de hoy nos rodea. A aquellos que quieran hacer algo por cambiar la situación, a los inconformistas.